ESCUCHAR NUESTRO SUFRIMIENTO.
La escucha profunda.
La cantidad de sufrimiento que habita en nuestro interior y el que nos rodea puede ser abrumadora. Por lo general, no nos gusta estar en contacto con él porque creemos que es desagradable. El mercado nos provee de todo lo imaginable para ayudarnos a huir de nosotros mismos. Consumimos todos esos productos con el fin de ignorar y esconder el sufrimiento que existe en nuestro interior. Comemos sin tener hambre. Cuando vemos la televisión, aunque el programa no sea muy bueno, no tenemos el valor de quitarlo, porque sabemos que, una vez lo hagamos, tendremos que centrarnos de nuevo en nosotros mismos y contactar con nuestro sufrimiento. No consumimos porque necesitemos hacerlo, sino porque tenemos miedo de enfrentarnos al sufrimiento que habita en nuestro interior.
No obstante, existe una forma de contactar con el sufrimiento sin sentirnos abrumados por él. Intentamos eludir el sufrimiento, pero sufrir es útil. Necesitamos sufrir. Tenemos que retroceder, escuchar y entender que la compasión y el amor nacen de nuestro sufrimiento. Si dedicamos tiempo a escuchar y entender que la compasión y el amor nacen de nuestro sufrimiento. Si dedicamos tiempo a escuchar profundamente nuestro sufrimiento, lo entenderemos. Todo sufrimiento del que no nos hayamos desprendido o con el que no nos hayamos reconciliado continuará. Hasta que no lo comprendemos y lo transformamos, no solo soportamos nuestro propio sufrimiento, sino también el de nuestros padres y nuestros antepasados. Ponernos en contacto con el sufrimiento que nos han legado nos ayudara a entender nuestro propio sufrimiento. Comprenderlo dará paso a la compasión. De ahí nacerá el amor y enseguida sufriremos menos. Si entendemos la naturaleza y el origen de nuestro sufrimiento, el camino que nos lleva a su fin aparecerá ante nuestros ojos. Saber que existe una salida, un camino, nos aliviará y ya no tendremos que tener miedo.
Thich Nhat Hanh. ( El arte de comunicar)