Tu Dimension Interior

 

TODO FLUYE ENTRE PERDIDAS Y GANANCIAS.

 

La vida voluptuosa de ofrendas y pérdidas ha transcurrido como un torbellino que parece un pequeño espacio de tiempo en este vasto Universo. Hay tanta energía en mi interior reconociendo los enigmas y encrucijadas, que las palabras parecieran que no alcanzarán para poder organizar y poner en orden dentro de esta mente pensante todo lo que se mueve en mi espacio celular fragmentado y, a la vez, fusionado al íntegro, perfecto y magnánimo Universo.

Comenzamos a vivir en la inocencia del Todo, nacidos con el dolor de desapegarnos y desgarrarnos de nuestro delicioso y tibio hogar materno, el cual nos ha provisto por largo tiempo de cuanto hemos necesitado.  Amputan fieramente nuestro cordón umbilical y nos vemos obligados a subsistir padeciendo frío, hambre y soledad.  Emergidos abruptamente a un guión desconocido con el desconsuelo de la ignorancia de argumentos. Pequeños, indefensos y vulnerables, así de fuerte es nuestra pérdida y sufrimiento inicial, todos somos héroes anónimos debido a este enorme dolor digno de épica alabanza.

Las pérdidas y el sufrimiento nos acompañan desde siempre como una segunda piel. En esta tierna e inocente infancia, no hay consciencia de cuánto la vida nos arrullará ni de cuánto nos mimará en su cálido regazo. Vamos comenzando esta ruta entregados a la historia, los antepasados y los caminos ya transitados por nuestros padres o nuestros cuidadores.

Nuestros antepasados nos preceden en todo lo que vamos viviendo, no estamos separados de ellos y viven en el profundo silencio rodeando cada célula de nuestro cuerpo, continuando este riel hacia lo infinito que hay en nuestro Ser. No podemos eliminarlos ni esconderlos ya que son nuestra fuente de vida que nos alimenta diariamente, nos nutren y nos refrescan el presente, somos parte de una sola continuación de vida atemporal.

Sin embargo, y a pesar de la historia que nos abona, no encontraremos nuestra fragancia ni nuestra sustancia en el pasado, ni en nuestros ancestros, ni en el legado que nos arrulla, ni en ninguna de nuestras memorias. Debemos estar claros que todo lo que nos antecede vive en nosotros, pero realmente sólo es en nuestro presente donde podemos vivir nuestro Ser con todo el potencial de la vida en él. Es en nuestro Ahora, donde realmente nos encontraremos con lo intrínseco, con el perfume que nos baña y nos deleita.

“Somos una comunidad de células y todos nuestros antepasados se encuentran en nuestro interior. Podemos oír sus voces; basta con escucharlas.” (Silencio. El poder de la quietud en un mundo ruidoso. Thich Nhat Hanh)

( https://www.youtube.com/watch?v=9ORzDVGhusY )

 

Vamos creciendo y poco a poco vamos caminando hacia nuestro inexorable final, las enfermedades llegan a enseñarnos que somos cuerpos frágiles y debemos ir acostumbrándonos a la pérdida de nuestra salud. Frustración, congoja, impaciencia por no poder realizar nuestras actividades cotidianas. Muchas veces estas enfermedades nos hacen deprimir por no poder aceptarlas y volvemos a sentir desdicha sintiéndonos esclavos de nuestras pérdidas.

La vejez también hace de las suyas, se esconde sutilmente y consume nuestra juventud, nos rodea con su manto invisible y poco a poco vamos concibiendo la pérdida de lozanía en nuestro cuerpo físico, se escapa lentamente la mocedad y con ella nuestra piel tersa y nuestra figura vigorosa, esbelta, el bienestar y vitalidad. Nos abordan con más abundancia las enfermedades y perdemos nuestra salud, estamos expuestos a mirarnos en nuestro espejo y recordar nuestro cuerpo pasado con tristeza y poca sabiduría.

Todo lo que sea separarnos de aquello que nos provoca bienestar y placer acostumbramos a verlo como confusión y menoscabo de nuestra identidad, desprendernos de nuestras personas amadas ya sea por muerte u otra circunstancia, perder nuestro trabajo, perder nuestro dinero, nuestra casa, nuestros amigos, nuestra mascota, perder la paz en nuestro país, todas aquellas delicias que creemos poseer por siempre, algún día se irán y nos dejarán el vacío del miedo y la desesperanza. La vida rebosa de circunstancias que nos hacen estar siempre pendiendo del hilo de la balanza.

 El dividendo no siempre está a nuestro favor y nos llenamos de ansiedad al sentirnos expuestos por esta merma. Mientras más nos apegamos a las circunstancias, personas, emociones o situaciones, más estaremos expuestos a sufrir ante la pérdida de aquello que creemos será por siempre nuestro.

 Vamos cruzando la vida sin observar el mundo ni observarnos dónde se encuentra nuestra verdadera identidad. Buscamos nuestra afinidad con todo lo externo y nos olvidamos contemplar el milagro de lo intangible, olvidamos que todas las formas físicas son impermanentes.

 

¿Cómo puedes librarte del apego a las cosas? Ni lo intentes. Es imposible. El apego a las cosas desaparece por sí mismo cuando ya no intentas encontrarte a ti mismo en ellas. Mientras tanto, basta con que seas consciente de tu apego a las cosas. A veces puede que no sepas que estás apegado a algo —es decir, identificado con ello—, hasta que lo pierdes o existe peligro de perderlo. Si entonces te irritas, te angustias, etc., es que estás apegado. Si eres consciente de que te identificas con una cosa, la identificación ya no es total. «Soy la conciencia que es consciente de que hay apego.» Ese es el comienzo de la transformación de la conciencia

(Todos los seres vivos somos uno. Eckhart Tolle.)

( https://www.youtube.com/watch?v=EF0t3q-SRG4&ab_channel=ZenBetaZenBeta )

Así transcurre la vida, apegados a todo lo que nos identifica, siempre sentados en la báscula y el movimiento constante nos hace perder la percepción de nuestro centro. Las pérdidas y ganancias son la luz que nos ilumina para no desviarnos y con su armónico canto, nos dan cuenta de la impermanencia de todo.

“El sufrimiento y la felicidad van siempre de la mano. Cuando consigamos entender el sufrimiento, entenderemos la felicidad. Si sabemos controlar el sufrimiento, sabremos controlar la felicidad y producirla.” (El arte de comunicar. Thich Nhat Hanh).

 

 

Debemos ser conscientes y desde allí desplegar las alas para que se desdoble todo el contenido de nuestra vida y así comenzar a vivir encontrándonos inmersos en un constante fluir de dar y tomar, de subir y bajar, de entrar y salir, observar y aceptar que todo va fluyendo entre pérdidas y ganancias. Nuestra vida nos inunda de pequeños y grandes sufrimientos y éstos serán siempre nuestra compañía. ¿Cómo entonces aceptarlos sin destruirnos y sin quedarnos sumidos en el fondo del pozo? ¿Cómo vislumbrar el delicado y sutil halo de luz filtrándose tímidamente a través de la inmensidad del frio bosque?

“TE ACOMPAÑO EN LA BUSQUEDA DE TU DIMENSION INTERIOR”.

 

 

Mabel